Una de las definiciones de acoso escolar o bullying es “agredir o humillar de manera repetida, insultar, divulgar rumores, herir física o emocionalmente e ignorar a alguien”. Estas acciones suelen darse en el patio, al salir de clase, en la ruta escolar, en clase cuando el profesor está de espaldas, en el comedor o en cualquier sitio en el que el niño que molesta no es visto por un adulto.El
acoso puede ser de diferentes tipos: verbal, físico, psicológico y social.
Una de las condiciones para que se considere acoso es que la conducta sea repetitiva pero en este sentido me gustaría hacer algunas aclaraciones. Es evidente que los niños discuten y se pelean y que no se puede hacer de eso un conflicto ni una situación de acoso. Pero hay situaciones en las que las características de la víctima hacen que una agresión esporádica sea mucho más
dolorosa para ella que para cualquier otra que no esté en su situación, aunque no sea repetitiva.
Me refiero a los niños adoptados que reciben muchos insultos debido a sus diferencias, tanto por ser adoptados como por ser diferentes. Cuando a un niño adoptado le dicen insultos del tipo: “me cago en tu madre/padre” o “eres un hijo de p…” no lo recibe igual que cualquier otro niño en el que no haya ninguna otra madre o padre en su cabeza. En los niños adoptados, rápidamente aparece su madre biológica en su mente, y todo lo que tiene que ver con su abandono. Además de estos hay otros insultos que los niños adoptados escuchan “por lo bajini” como: “tu madre te encontró en un mercadillo” o “vete a la selva y cómprate una madre” o barbaridades parecidas. Podemos entender el dolor y sufrimiento que esto produce y los tipos de reacciones que esto provoca: por
un lado puede ocasionar actitudes de encerramiento en sí mismo en el niño/a que lo escucha, tristeza, dolor de tripa o de cabeza, no querer ir al colegio o cualquiera de los síntomas que genera el acoso, o puede provocar ataques de rabia contra el que ha insultado, abalanzándose sobre él, pegándole, chillándole, etc.
¿Qué ocurre aquí? Que al que se ve es al que grita y pega, lo que puede ocasionar que las acciones punitivas de los adultos se centren en él. Quiero hacer resaltar que algunas de las características de los niños adoptados les hacen más vulnerables de ser víctimas de acoso. Según la OMS (2006) algunos factores de riesgo para sufrir acoso son:
Bajo nivel socioeconómico y educativo; pérdida de empleo.
Tensión social.*
Problemas con el funcionamiento de la familia, las relaciones sociales y los sistemas de apoyo.
Traumas, tales como abuso físico y sexual.
Pérdidas personales.
Trastornos mentales, tales como depresión, trastornos de la personalidad, esquizofrenia, alcoholismo y abuso de sustancias.
Sentimientos de falta de valor o desesperanza.
Falta de control de los impulsos y comportamientos autodestructivos.
Baja capacidad para enfrentar problemas. Enfermedad física y dolor crónico.
Acontecimientos destructivos y violentos, tales como guerras o desastres catastróficos.
*Los que están en negrita son características frecuentes en los niños adoptados. Como vemos de estos 11 puntos, 6 están en negrita, es decir, muchos de estos niños tienen más de un factor de riesgo para sufrir acoso escolar, en algunos casos los 6 factores señalados oncurren en un solo niño. Voy a centrarme en una de las características más frecuentes de los niños adoptados: la baja autoestima.
La mayoría de los niños adoptados tienen integradas una serie de creencias irracionales (no valgo, tengo la culpa, soy malo, merezco cosas malas) que son la base de una autoestima baja. Todo esto hace que su sentimiento de seguridad sea mucho más frágil, más difícil de construir. Imaginémonos que cada uno de nosotros está representado por una casa, que nuestra personalidad e identidad es tan fuerte y segura como los cimientos y los muros que nos sostienen.
Podemos ver con claridad que los cimientos de una casa (primeros años de vida) que no han sido construidos con materiales de primera calidad (cuidados de figuras de apego primarias) no sustentarán los muros de la casa con la misma fuerza que aquellos cimientos que han sido construidos con materiales consistentes, por lo tanto los golpes que reciban sus muros (agresiones, insultos, desprecios) no tendrán el mismo impacto en la estructura de la casa.
Como decía más arriba, un “me cago en tu madre” puede ser algo casi anodino para cualquier niño, pero puede ser algo muy destructivo para un niño adoptado, puede ser algo que haga tambalear los muros de su casa.
En la clínica diaria muchos niños me cuentan cómo son insultados reiteradas veces por su condición de adoptados y por ser de raza diferente.
Hay niños que se lo dicen a sus padres y otros que no; hay profesores que se enteran y otros que no, hay profesores que toman medidas y otros que no, hay colegios comprometidos con este tipo de realidades y otros que no. También veo a diario a padres desesperados porque ven el daño que sufren sus hijos por los constantes insultos (“¡Ruso, negro, chino… de mierda!”, “¡tú adoptado, vete a tu país!”) y no encuentran el apoyo suficiente en el profesorado del colegio, consideran dichos insultos como cualquier otro, tachan
a las madres de sobreprotectoras, alegan que son “Cosa de niños”, etc. en definitiva, no protegen al niño.
Por eso desde aquí quiero insistir en que el daño que se genera con un mismo insulto no es el mismo, los niños adoptados sufren por doble discriminación, por ser adoptados y por ser diferentes, pero además no tienen la misma seguridad ni los mismos recursos psicológicos que otros niños que no han pasado por un abandono.
Sé que es difícil controlar todas las situaciones de acoso escolar puesto que la mayoría de ellas se dan en el anonimato del agresor, pero todos debemos hacer un esfuerzo, y me consta que se está haciendo por la mayoría de las personas implicadas en dichas situaciones (padres, docentes, cuidadores, directores, etc.) para poder frenarlo.
Montse Lapastora
Psicóloga clínica
Consultora EMDR
Directora de Psicoveritas. Centro de Psicología y Adopción
Por desgracia creo que lo que dice es verdad. No es lo mismo que a mi hijo le digan "negro" y él se defienda diciendo "puta" a la compañera que lo insulta, siendo el resultado que ambos son castigados como si la acción de insultar tuviera el mismo efecto en los niños que lo reciben.
Y además, por su condición de adoptados y de diferente etnia, son especialmente vulnerables. Estos insultos tocan en herida, tocan en autoimagen, tocan en identidad, tocan en abandono.
Es verdad Ana, en los colegios no tienen conciencia del daño que tienen este tipo de comentarios, como bien dices, la vulnerabilidad de estos niños por todo lo que han pasado es mucho mayor, pero la valoración de profesores y demás personal académico es la misma que hacen para cualquier otro insulto en que no se vea comprometida su identidad.