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Todos los días es una batalla darles de comer

Para algunas familias la hora de comer o de cenar puede suponer una auténtica batalla debido a que nuestros hijos no se portan todo lo bien que deberían. Para intentar prevenir estas situaciones, tenemos que trabajar unas adecuadas pautas de alimentación desde que son pequeños. Algunas de las cosas que podemos hacer como padres son…

No utilizar la comida como un premio/castigo.

Algunas veces, por intentar controlar el comportamiento de nuestros hijos/as, planteamos el utilizar la comida como premio y como castigo. «Si hoy te portas bien tendrás chocolate de postre«, «Si no te terminas las espinacas te quedas sin postre”. Este tipo de conducta es muy contraproducente, ya que normalmente suele utilizarse las comidas poco saludables como premios y comidas saludables como castigo, lo que ayuda a instaurar unos hábitos alimenticios equivocados, ya que el niño puede empezar a ver la comida saludable como algo negativo, malo, aversivo. Este tipo de alimentos, como pueden ser las verduras, debe estar siempre presente en la alimentación del niño, se porte bien o se porte mal. Por tanto, se desaconseja el uso de la comida como mediador para el comportamiento.

Es decir, por muy tentador que pueda parecer, tenemos que tener cuidado con este tipo de tácticas, ya que como padres debemos priorizar siempre el que nuestros hijos aprendan a alimentarse de una forma saludable y adecuada, al margen de su comportamiento. Esto es muy importante ya que los hábitos que les enseñemos desde pequeños posiblemente serán los hábitos que mantendrán en su vida adulta.

No ser tan exigentes.

A menudo, nos preocupamos cuando vemos que nuestros hijos presentan temporadas en las que parece que no comen tanto, no quieren probar cosas nuevas, dejan de comer cosas que antes les gustaba, etc. Hay que tener en cuenta que, según la edad y el sexo, el ritmo de crecimiento y desarrollo de los niños varía continuamente, influyendo en el apetito que muestran nuestros hijos.

Está bien que nos fijemos en estas cosas y nos preocupemos un poco, pero tenemos que ser flexibles y entender que hay temporadas que pueden presentar un mayor o menor apetito. En estos períodos, tenemos que ser más comprensivos y no preocuparnos tanto de que se termine todo lo que hay en el plato sino de que, aunque coma en menor medida, siga manteniendo una alimentación nutritiva, sana y equilibrada. Es decir, preocuparnos más de la calidad que de la cantidad.

Fomentar hábitos saludables desde muy pequeños.

Para ello podemos recurrir a varias cosas, como implicarles desde muy pequeños: es decir, buscar recetas con ellos, que participen tanto en la compra y selección de los alimentos como en la preparación de las comidas y las tareas del hogar (poner la mesa o limpiar los platos). Otra opción es hacer que la comida sea algo divertido para ellos, por ejemplo, jugar con los colores, tamaños, texturas y sabores de los diferentes alimentos, ya sea creando figuras o combinaciones divertidas o llamativas para los más pequeños. También podemos buscar actividades educativas en las que pueda participar toda la familia, como aprender a través de juegos las diferentes propiedades que tiene cada alimento, qué nutrientes aportan al organismo, de dónde provienen, etc.

Estas son algunos pequeños consejos que os proponemos desde Psicoveritas. Esperamos que nos deis vuestra opinión en los comentarios y que compartáis con nosotros y con el resto de los lectores vuestras experiencias o sugerencias para mejorar la alimentación de nuestros hijos y para así hacer de la hora de la comida un momento en el que disfrutar en familia, sin conflictos.

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