El triángulo dramático Karpman en Psicología
El triángulo dramático de Karpman es un modelo que explica algunas pautas de relación entre personas. Este modelo fue creado por el psicólogo Stephen Karpman. Muestra cómo si nos relacionamos a través del desempeño de determinados roles sentiremos malestar y mantendremos relaciones conflictivas. Los tres roles que configuran el triángulo dramático de Karpman son el de salvador, perseguidor y víctima. Ninguno de los tres papeles es satisfactorio para quien lo representa. ¿Por qué los representamos entonces? Para cubrir necesidades emocionales no satisfechas.
Veamos un ejemplo:
Este fin de semana he estado estudiando todo el tiempo con mi hijo, está en cuarto de la ESO, ¡vamos a sacar una media de sobresaliente!. Era mi cumpleaños, pero no tuve tiempo de celebrarlo, la verdad es que estoy muy cansada de no tener tiempo para mí, siempre estoy ocupándome de los demás: mis hijos, mis padres, mis hermanos, mi pareja, esa amiga que se ha roto la pierna, ¡¡estoy harta!!, ¡¡si no tiro yo del carro no tira nadie!! y estos chicos: ¡¡qué desastre!! lo único que tienen que hacer es dejar la ropa sucia en el cesto del cuarto de baño y no hay manera, nadie en casa deja la ropa sucia en el cesto, son unos descuidados: ¡pues hoy no baja nadie a la piscina!
Las personas desempeñamos diversos roles o papeles. El modelo del triángulo dramático de Karpman postula que cuando entramos en este triángulo las relaciones serán conflictivas y generarán malestar en “los actores”. En el triángulo, uno de los roles consiste en satisfacer las necesidades de los demás, ignorando las propias, considerando que los demás dependen de nosotros: es el rol de salvador; desde otro de los papeles indicamos a los demás cómo actuar según nuestras normas, pautas y/o reglas, si no lo hacen ‘como deben’ nos molestamos, puede que les increpemos o hasta nos enfademos, nuestro papel es entonces el de perseguidor; el último de los roles consiste en no asumir la responsabilidad sobre lo que nos sucede, nos vemos sometidos a situaciones que nos parece que no merecemos, el mundo no nos trata bien: el rol en este caso es el de víctima.
En el ejemplo con el que empezábamos, la protagonista actúa como la salvadora de todos los que la necesitan, la perseguidora de sus hijos (tiene derecho -por supuesto- a pedir que éstos dejen la ropa donde corresponde, pero la manera más funcional para hacerlo no es a través del enfado o el castigo), y la víctima, pues se encuentra indefensa ante las situaciones que ella misma se autoinflinge (su hijo de cuarto de la ESO podría estudiar solo, aunque a veces ella le ayude o apoye y ella tendría algo de tiempo para sí).
Bajo el modelo se indica que en las dinámicas sociales esos roles no son estáticos: todos los implicados podemos pasar de ser salvador a perseguidor, de perseguidor a víctima, de víctima a perseguidor y así cualquiera de las combinaciones.
Y ¿por qué lo hacemos?¿para qué nos sirve desempeñar el papel de salvador, perseguidor o víctima? Son roles aprendidos desde la infancia que cumplen funciones psicológicas: nos protegen del dolor emocional, pueden hacer que nos sintamos importantes o queridos, nos permiten manipular a otros para cubrir necesidades emocionales y a esos otros les puede permitir hacer lo mismo con nosotros.
Lo malo es que pueden conducirnos a relacionarnos de una manera tóxica. Refuerzan cierta codependencia emocional para todos los miembros involucrados en ese juego psicológico: la víctima necesita salvador y/o perseguidor, el perseguidor y el salvador necesitan víctimas, refuerzan mutuamente sus diferentes papeles y ninguno de ellos les proporciona un bienestar emocional sino justo lo contrario.
Como hemos indicado, las relaciones cuando se entra en esta dinámica generan malestar, así que cuando notes incomodidad, malestar, insatisfacción en tu relación con otras personas, pregúntate si estás desempeñando alguno de estos papeles o si alguien los está desempeñando contigo. En relaciones conflictivas “destapar” esta representación de los roles podría ser útil: tomar conciencia de ello sería el primer paso para cambiar.
Desde la Psicología podemos ayudar a destapar esa representación. Podemos dotar a las personas involucradas de las capacidades y competencias necesarias para salir de ese juego psicológico patológico y transformar así sus relaciones en algo más saludable.
Los tres roles del triángulo del drama: Víctima, Salvador, Perseguidor
Vamos ahora a profundizar en las características de cada uno de los roles del triángulo del drama o triángulo dramático de Karpman.
- Víctima: Se queja continuamente, no asume la responsabilidad sobre su vida, la delega en otro, por ejemplo, se manifestaría en frases del tipo: “si tú no me ayudas no saldré adelante” o “es tu deber ayudarme”. Las emociones que acompañan a la persona en este papel son tristeza, miedo e indefensión. Bajo esas emociones subyace la creencia de que es inferior, su autoestima es muy baja. Envía mensajes verbales y no verbales de debilidad e indefensión. En sus relaciones, la víctima busca un salvador al que -en algunos casos- despreciará por anularle con su ayuda y -en otros- culpará por no salvarle. A menudo manipula haciendo sentir culpa a los demás. Necesita ayuda y compasión.
- Salvador: Ayuda, a menudo sin que se lo pidan, sacrificándose por los demás. En cuanto detecta una necesidad, quiere solventarla, puede escuchársele decir: “tengo que hacerlo pues si no, él/ella no podrán salir adelante”, “necesita que yo me ocupe”. Las emociones que puede llegar a sentir son: tristeza, decepción, impotencia, cansancio o rabia. Esas emociones son la consecuencia de anteponer a los demás a sí mismo y de no recibir a cambio todo lo que cree merecer. La persona en este rol tiene la falsa creencia de que es superior y por eso le necesitan, pero en cuanto no puede salvar a nadie se siente inferior. En las relaciones busca víctimas, si no puede encontrarlas, procurará crearlas. Necesita que le necesiten.
- Perseguidor: Critica y castiga, se enfada si los demás no hacen lo que pretende, juzga y evalúa con frecuencia. Suele utilizar frases muy peyorativas para referirse a otros, del tipo “siempre lo hace mal”. Las emociones predominantes son la rabia, la ira, el mal humor. En este rol la persona tiene también la creencia de que es superior a los demás y que los demás deben obedecerle y hacer las cosas como considera que hay que hacerlas. En las relaciones el perseguidor busca víctimas. Necesita la obediencia del otro.
El desempeño de estos roles puede llevar a situaciones de maltrato psicológico.
Educación emocional para salir del triángulo dramático de Karpman
A través de la educación emocional aprenderemos a detectar, reconocer y gestionar las emociones. Podremos reconocer también las creencias que subyacen a ellas. Así como detectar las conductas que nos dan pistas sobre los papeles que desempeñamos o desempeñan otros.
La educación emocional nos permitirá transformarnos y transformar nuestras relaciones. Nos llevará a salir del triángulo dramático. Al escapar del juego del triángulo dramático aumentará el bienestar individual y la calidad en nuestras relaciones.
La educación emocional nos guía para transformar esos papeles que nos producen malestar y generan relaciones conflictivas en otros más saludables tal y como los definió el psicólogo Acey Choy en su modelo “El triángulo ganador”: el vulnerable responsable, el ayudador empático y el asertivo.
Lo primero es detectar si estamos envueltos en relaciones conflictivas, entonces podemos pasar a reconocer si estamos desempeñando alguno de los papeles del triángulo dramático de Karpman.
Los podemos reconocer por las emociones que sentimos: tristeza, frustración, vacío, ira, miedo, en todos los roles podemos sentir varias de éstas, pero tristeza, miedo e indefensión se presentan fundamentalmente cuando somos la víctima; tristeza, decepción, impotencia y cansancio acompañan al salvador y lo que predomina en el perseguidor es el mal humor y la ira. Es importante también reconocer nuestro miedo predominante: ¿a qué le tememos? ¿a no ser capaces? ¿a que no nos ayuden? (víctima) ¿a qué no nos necesiten? (salvador), ¿a qué se cuestione nuestra autoridad? (perseguidor).
Revisar los mensajes que enviamos o recibimos también nos ayuda a reconocerlos: “no lo conseguiré”, “qué mal salen las cosas para mí”, “me tienen que ayudar” serían algunos de las que podría emitir la víctima; “yo lo hago”, “si no lo hago yo, él/ella no pueden hacerlo bien”, “estoy agotado/a de hacer cosas por los demás” estarían presentes en el salvador/a; “los demás no hacen nada bien”, “hay que hacerlo como yo digo”, “yo tengo razón” suelen escucharse del perseguidor.
El siguiente paso es desarrollar aspectos de nuestra personalidad que están más debilitados. Algunas de las competencias que necesitarán trabajar las personas que se meten en el juego del triángulo dramático son: confianza en sí mismos y en los demás, responsabilidad sobre la propia vida, aprender a satisfacer las necesidades propias, incrementar la empatía y la conexión con los otros, aprender a decir no y a pedir lo que necesitan de manera adecuada.
Una vez trabajados estos aspectos podemos ir cambiando desde el rol de víctima al de vulnerable responsable, desde el rol de salvador al de ayudador empático y de el de perseguidor al de asertivo.
Para pasar de Víctima a Vulnerable Responsable hay que afrontar el propio sufrimiento. Habrá que aprender a hacerlo sin llevar a cabo conductas autodestructivas que provoquen ese sufrimiento. Será necesario confiar en las posibilidades de resolver las dificultades como adulto. El aprendizaje emocional nos permitirá detectar, aceptar y gestionar las emociones que sentimos. Cambiaremos nuestra conducta haciéndonos más proactivos. Y modificaremos nuestras creencias sobre nuestras capacidades.
Para llegar a ser Ayudador Empático desde el rol de Salvador habrá que cambiar las creencias acerca de uno mismo: no soy responsable de todo lo que suceda a los demás. También las creencias acerca de los otros: descubrir que pueden resolver sus dificultades solos; el ayudador empático se interesa por las personas, pregunta, ayuda, pero no se hace responsable de los problemas del otro y no les dice lo que tienen que hacer, ya que confía en los recursos de los demás. Conoce también sus propias necesidades y procura satisfacerlas.
Para dejar de jugar el rol de Perseguidor y desempeñar el papel de Asertivo, a nivel emocional será necesario aprender a gestionar la frustración y la ira. Desarrollar la empatía y la capacidad de conexión con el otro. Aprender a ser asertivos para satisfacer las propias necesidades sin devaluar a los otros. Abandonar la posición de superioridad en el intercambio, pero manteniendo la conciencia sobre cuáles son las propias necesidades.
Para llevar a cabo estos cambios puedes pedir ayuda de un profesional de la Psicología.
¿Cómo se sufre el triángulo dramático de Karpman en pareja?
Este fin de semana Bárbara viajó para reunirse con su familia por el cumpleaños de su padre, los niños se quedaron con Pablo, pero se han resfriado, eso ha hecho que Pablo anule todos sus planes y no haya podido salir de casa; cuando Bárbara llama el sábado por la noche, él enfadado le dice “deberías estar en casa”, ella no sabe qué hacer, se siente en una encrucijada y él termina la conversación diciendo “bueno, no me molestes que tengo que cuidar enfermos y preparar la cena”, Pablo ha desempeñado el papel de salvador de sus hijos y también de Bárbara, sacrificándose por ellos, lo que le convierte en víctima ya que además se siente incapaz de resolver todo sin la ayuda de ella, se muestra como perseguidor de Bárbara:: “vaya faena que me has hecho por no estar y no ayudarme” “deberías estar” y se enfada con ella por qué no está.
A Celia le encantan las flores, ha mirado ese ramo en un escaparate mientras paseaba con Roberto, pero él no se da cuenta nunca de sus necesidades, Celia está sintiéndose víctima, no puede tener lo que desea y se enfada con él diciéndole: no estás atento a lo que necesito, me haces sentir muy infeliz, está actuando como perseguidora, aprovecha para reprocharle otras muchas cosas que él no hace. Roberto se enfada y deja de comer, está actuando como víctima y culpa a Celia de que se le ha quitado el apetito. Celia se enfada más todavía pues se levantó a las seis para dejar hecha la comida antes de irse al trabajo, lo hace siempre pues piensa que Roberto sólo se alimenta bien si ella prepara la comida, es su salvadora, él depende de ella.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo entrar en el triángulo dramático de Karpman en la pareja genera numerosos conflictos. Lo que a menudo explica que se entre en ese tipo de interacciones es que muchas personas han aprendido a desempeñar esos roles para cubrir sus necesidades y con frecuencia no han aprendido a reconocer ni a pedir lo que necesitan, muchas veces no saben decir no, anteponen las necesidades de los otros a las propias, no manejan adecuadamente los conflictos, tienen baja autoestima, etcétera.
La educación recibida tendrá un gran peso en cómo se desempeñan estos roles en la pareja: las mujeres han sido educadas en gran medida para cuidar y los hombres para proteger y desde ese aprendizaje pueden incorporar fácilmente el papel de salvador, también como adultos muchas veces ambos son los que ponen las normas y pueden caer en ser perseguidores, cuando alguien es salvador o perseguidor puede estar “creando” una víctima.
Si en tu relación se producen muchos intercambios de este estilo: reproches cruzados, agresiones mutuas, malestar emocional, sensación de insatisfacción de tus necesidades, puede que estés dentro de este juego psicológico y podría beneficiarte contar con la ayuda de un profesional de la psicología que pudiera destapar este juego y trabajar con vosotros en el desarrollo de otra forma de relacionaros más saludable.
Ejercicios para salir del triángulo dramático
- Detecta si estás en él triángulo dramático.
- Aprende a escuchar tus emociones. Para ello puedes empezar por escuchar lo que indica tu cuerpo, este suele dar señales cuando le perturbas emocionalmente, puede manifestarse a través de dolores de espalda, de cabeza, de estómago, tensión, mareos, cansancio. Escucha y detecta también qué emociones sientes: en determinado momento, en determinada interacción, ¿has sentido incomodidad, tristeza, impotencia, culpa, ira, decepción?
- Presta atención también a tus pensamientos, te encuentras pensando con frecuencia cosas como que los demás se aprovechan de tu generosidad, o que nunca recibes tanto como das, o más bien piensas que los demás deberían ayudarte para resolver tus problemas o les culpas de ellos, o a menudo piensas en lo mal que los otros hacen las cosas e incluso en que merecen tu reprimenda y/o incluso tu castigo.
- Puedes por otro lado observar conductas repetitivas: ¿renuncias a menudo a lo que necesitas? (salvador), ¿pides ayuda cuando tienes un problema y te enfadas si no la recibes? (víctima), ¿exiges demasiado a los demás y te enfadas muy a menudo? (perseguidor). Si esto sucede así, podrías estar en el triángulo dramático, saberlo y detectar qué roles estás desempeñando sería un primer paso.
- Empieza a cambiar, pero saliendo del triángulo, si solo cambias de roles estarías perpetuando el juego, hay que construir las habilidades para transformar el rol de salvador en un rol empático, el de perseguidor en un rol asertivo y el de víctima en un rol de vulnerable responsable; para construir esas habilidades podrías contar con ayuda profesional.
Aprende a ser asertivo: tanto el salvador como el perseguidor tienen dificultades con esto: necesitan saber decir no (sin agredir en el caso de el Perseguidor especialmente), necesitan anteponer sus necesidades sin sentir culpa (el Salvador), necesitan pedir lo que necesitan (tanto el uno como el otro).
Aprende a gestionar tus emociones: la ira (fundamentalmente el Perseguidor), la culpa (especialmente el Salvador), el miedo (más la Víctima).
Aprende a confiar en los demás: no asumas sus responsabilidades, permite que los demás aprendan a solucionar sus problemas solos, no ofrezcas ayuda si no te la piden, escucha sin aconsejar. No ocupes posiciones de superioridad con relación a otros, … ellos también pueden pensar.
Aprende a confiar en ti mismo: no ocupes posiciones de inferioridad, tú también eres capaz de resolver tus propios problemas, es adecuado pedir ayuda pero acepta que te digan no y asume que tus problemas los puedes y los tienes que resolver tú.
Aprende la escucha activa: escucha sin aconsejar, sin juzgar o interpretar, pregunta más y da menos soluciones. Tanto Salvador como Perseguidor.
Al conseguir estos cambios el Salvador deja de ser Salvador y pasa a ser un Ayudador Empático que no relega sus necesidades, que no ayuda cuando no se lo piden y permite a los demás resolver sus problemas, que puede decir no, que escucha con empatía. El Perseguidor se convierte en alguien Asertivo pero empático, tiene en cuenta a los otros, sabe decir no sin agredir, escucha y puede negociar; y la Víctima se convierte en alguien que conoce su vulnerabilidad pero que resuelve sus dificultades como adulto y no culpa a los demás de ellas o de no salvarle de ellas: se convierte en el Vulnerable Responsable.
Si al reconocer los papeles que desempeñas puedes encaminarte a ese cambio será estupendo, pero si te hace falta, puedes trabajarlo con un psicólogo.