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La depresión en los niños, casi siempre, está conectada con cambios, pérdidas o la ausencia de atención de las necesidades emocionales. Si se disminuyen los cuidados físicos y/o la atención como  el cariño, el juego, la cantidad de tiempo que pasan con los padres o si hay cambios de atención de los padres a los hijos, pueden observarse diferentes consecuencias.

Estos cambios o consecuencias pueden reflejarse en los siguientes aspectos:

  • Estado de ánimo irritable o decaído.
  • Pérdida de interés por el juego o del disfrute por actividades.
  • Comentarios negativos sobre sí mismo.
  • Sentimientos de poca valía, de desesperanza o vacío.
  • Llanto frecuente.
  • Quejas físicas.
  • Cansancio.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Subida o bajada de peso.
  • Crecimiento y peso poco normales para la edad.
  • Dificultades para dormir.
  • Aislamiento social.
  • Conducta llevada a lesionarse a sí mismo.
  • Pensamientos o comentarios sobre querer morirse.

¿Cómo podemos ayudar a los hijos a mejorar las características depresivas?

1. Ayudándoles a expresar los sentimientos mediante la escritura, pintura o hablando con los padres.

2. Buscar actividades placenteras, que sean de interés para el niño y con las que solía disfrutar.

3. Cambiar la crítica hacía sí mismo por comentarios positivos, que acentúan las capacidades o conductas que son positivas.

4. Demostrarles mayor afecto, cariño y recordarles que estamos presentes cuando lo necesiten.

5. No obligarles a comer excesivamente, buscar comidas placenteras.

6. Realizar actividades relajantes antes de dormir, como un baño o un masaje.

7. Planificar las tareas y actividades para reducir la incertidumbre y la ansiedad.

8. Cuando expresan la ira, la tristeza u otras emociones, validárselas pero de forma firme y amable mostrarles que no es la forma de solucionar los problemas.

9. Para la concentración, buscar lugares de tranquilidad, acompañándoles en las tareas.

10. Pensamientos suicidas, escucharles, comprender cómo se sienten y buscar la ayuda de un profesional.

Aproximadamente un 5% de los niños y adolescentes, puede tener un episodio depresivo y la cifra va en aumento. Los estudios indican que los padres lo ven como algo transitorio, pero en algunos casos puede empeorar. Si crees que tu hijo puede presentar algunas de las características siguientes,  se aconsejaría consultar con un profesional especializado en psicología.

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