El concepto de la autoestima y factores que la definen
¿Qué es la autoestima de una persona? ¿Por qué de la importancia de la autoestima en la vida cotidiana?
La autoestima se define por la valoración que uno hace de sí mismo a partir de las creencias, pensamientos y vivencias que se experimentan a lo largo de la vida. Esta información, se va integrando poco a poco a medida que cada uno se va desarrollando, formando así su autoestima y su personalidad.
Existen diferentes teorías a la hora de definir el concepto de autoestima, pero todas ellas coinciden en la importancia de una buena valoración de sí mismo y por lo tanto una autoestima alta, como requisito fundamental para tener una vida plena.
Tal y como afirma Gaston de Mèzerville (2004) existen diferentes factores que componen la autoestima. Estos son la autoimagen, la autovaloración, la autoconfianza, el autocontrol, la autoafirmación y la autorrealización. Según las creencias que tengamos respecto a cada uno de estos aspectos, hará que varíe la valoración sobre nuestra autoestima. Pero ¿dónde se encuentran las bases de estos seis factores?
Construyendo la autoestima desde niños
La base de todas nuestras creencias se encuentra en los primeros meses de vida ya que es desde ese momento cuando cada individuo se empieza a desarrollar a nivel personal, psicológico y social. Es por tanto una etapa de gran importancia para construir la autoestima desde niños.
La autoestima no solo está formada por las creencias que tiene uno de sí mismo, sino que también está relacionada con cómo nos ven o qué nos dicen los demás sobre nosotros. Desde edades muy tempranas, recibimos valoraciones de los otros que influyen en cómo se desarrolla nuestra autoestima. Las relaciones con los padres, profesores y amigos son determinantes a la hora de construirla, es por esto, por lo que, si la familia en la infancia nos hace sentir poco valiosos, muy probablemente acabemos desarrollando una baja estima de nosotros mismos que acabará afectando en el futuro y dejará huella para la vida adulta. Una gran demostración de esto es el apego. El apego es el vínculo que tiene el niño con su madre desde que nace y según cómo sea, afectará de una manera o de otra en el desarrollo personal, psicológico y social del bebé. Tal y como afirman autores como Hoffman, Cooper y Powell (2019), un niño con un apego seguro es más feliz, siente menos rabia, tiene mejores amistades y tiene una autoestima más alta. Un apego seguro, se caracteriza por la capacidad de la madre de responder a las necesidades del bebé haciéndole sentir valioso transmitiéndole afecto y confianza en él. Si las bases de la autoestima en la primera infancia son buenas, la persona podrá desarrollar una mejor capacidad para sentirse valorada y estará capacitada para crear futuros vínculos emocionales sanos y adaptativos.
La baja autoestima y cómo afecta a nuestro desarrollo personal
¿Qué es tener una baja autoestima? Tener una autoestima baja o negativa significa tener un autoconcepto negativo (concepto negativo de uno mismo), concepto que está marcado por la sensación y la creencia de ser poco importante, inferior a los demás y no válido. Esto dependerá de diferentes factores como, por ejemplo, la exposición a acontecimientos vitales estresantes, una falta de vínculos y de relaciones sociales, poco afecto por parte de los padres, no ser visto ni reconocido por ellos y del entorno, etc.
Si hablamos de la importancia de la autoestima en niños, debemos destacar que, aunque la mayoría de los padres cuidan bien de sus hijos, hay casos en los que esto no es así y los progenitores no saben cuidar ni satisfacer las necesidades básicas de los niños o puede incluso haber maltrato. Cuando esto ocurre, el niño no es capaz de desarrollarse de manera sana, lo que le influirá directamente a nivel psicológico y personal, creándole una autoestima negativa, es decir, no se sentirá un niño valioso.
La baja autoestima, se define como la dificultad que tiene la persona para valorarse a sí misma, dificultad que no le permite ser objetiva con ella misma. Se sabe que los niños que no han recibido afecto y cuidados por parte de los padres acaban desarrollando una mayor dificultad para establecer relaciones sanas con los otros, puesto que la falta de afecto y los comentarios negativos recibidos, implícitos o explícitos, los han integrado de tal manera que forma parte de su sistema de creencias.
Las personas que tienen una baja autoestima buscan continuamente la aprobación y valoración de los demás y acaban teniendo problemas a la hora de ser ellas mismas y poder expresarse. Además, como se ha mencionado antes, también desarrollan problemas para poder establecer vínculos y relaciones adaptativas lo que acaba generando emociones como los celos y la envidia. Esto se debe a su creencia de que no son suficiente, por lo que siempre tienden a pensar que las personas de su alrededor son mejores y tienden a compararse y pensar que realmente no las valoran. Otro rasgo bastante común de las personas con baja autoestima es el perfeccionismo. Esto ocurre porque tienen miedo a sentirse rechazados por lo que son muy autocríticos y necesitan constantemente la aprobación de los demás.
Además, la baja autoestima también puede ser un factor predisponente para desarrollar patologías como la depresión, ya que la persona no se cree capaz de nada y siente que no puede ser feliz o trastornos de la conducta alimentaria en los que la persona tiende a externalizar sus problemas de autoestima mediante el aspecto físico.
Una infancia basada en emociones saludables, experiencias positivas, afecto y buenos tratos será un buen caldo de cultivo para desarrollar y fortalecer la autoestima, para que se puedan cumplir los objetivos y para tener una vida plena.
Como dice la Teoría del apego, tener una relación sana con tus padres ayuda a crear un apego seguro que ayudará a forjar una autoestima fuerte, necesaria para afrontar los inevitables aspectos negativos de la vida.
Ejercicios para trabajar la autoestima
¿Qué puedo hacer para mejorar y fomentar la autoestima? Bien, existen diferentes ejercicios que ayudan a mejorar la autoestima, por ejemplo:
- Prestar la atención que necesitan los niños y adolescentes.
- Responder a sus necesidades de manera efectiva y afectiva para hacer que se sientan valorados y escuchados, y por lo tanto fortalezcan su desarrollo personal.
- Con niños y adolescentes es muy importante no caer en comparaciones ya que esto puede reforzar la envidia y los celos y, por lo tanto, no se estaría contribuyendo al desarrollo de una autoestima alta.
- El hecho de confiar en las personas y hacerles ver que son igual de válidas que el resto para nosotros puede hacer que mejore la percepción que tienen de sí mismas. Darles pequeñas responsabilidades que se sepan pueden lograr con éxito.
Por otro lado, tal y como comentábamos antes, uno de los factores principales en el desarrollo de la autoestima es el afecto y el amor. Por eso mismo, debemos ser capaces de mirar a estas personas con aceptación e incondicionalidad aceptando sus defectos y fortaleciendo sus virtudes de manera que puedan sacar lo mejor de ellos mismos. Si bien esto es cierto, no debemos caer en exagerar sus logros ya que les puede hacer sentir poco válidos y capaces.
También existen algunos aspectos a nivel personal que pueden ayudarnos a mejorar nuestra autoestima. Por ejemplo, no compararnos con los demás, ser realistas con nosotros mismos valorando de qué somos capaces y cuáles son nuestros límites, eliminar las críticas y los comentarios negativos que no nos permiten ver todo lo positivo que tenemos, cuidar nuestra imagen corporal, realizar ejercicio físico, ponernos objetivos realistas que podamos cumplir, etc.
Para finalizar, es muy importante recordar la importancia de rodearnos de un buen entorno que nos haga sentir valorados, escuchados y que nos apoye, ya que esto hace que aumenten los aspectos positivos de nuestra vida lo que es fundamental para poder desarrollar una buena autoestima.
Un cuento para niños y adultos que trabaja muy bien la autoestima es el de “Mirándome con amor” de Montse Lapastora y Noelia Mata, en el que enseñan al niño a mirarse de forma compasiva y amorosa.