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Dividimos los distintos tipos de memoria en:

Memoria sensorial– es la memoria que almacenamos a través de los sentidos: una imagen, un sonido, un olor, un sabor, sensaciones táctiles como el calor, la presión, una caricia…

Memoria a corto plazo– es la memoria que maneja información durante un periodo de tiempo limitado, de unos 30 segundos. Dentro de la memoria a corto plazo encontramos la memoria de trabajo.

Esta trabaja con información que manipulamos en un periodo de tiempo corto y que está enfocada en una actividad, por ejemplo, la información con la que trabajo para resolver un problema matemático.

Memoria a largo plazo– es el almacén de información que perdura en el tiempo. A su vez se divide en:

  • Memoria procedimental o instrumental, relativa al aprendizaje de habilidades que se automatizan y se realizan sin necesidad de recuperarlos explícitamente, es decir, es un tipo de memoria implícita.

Un ejemplo sería: cuando aprendemos a conducir, con la práctica, no tenemos que pensar conscientemente dónde colocar cada pie o qué posición corresponde a cada marcha.

  • Memoria autobiográfica, es la memoria que almacena y recupera episodios de nuestra propia vida como el día de la graduación, de la boda, unas vacaciones en la playa…
  • Memoria semántica– es la memoria relacionada con los conocimientos sobre el mundo, sobre hechos históricos, el significado de palabras… Se aprende de manera consciente, es decir, explícitamente.

Saber el autor de un libro, la capital de un país o la fecha de inicio de una guerra son ejemplos de contenidos de la memoria semántica.

A partir de aquí, diferentes dificultades surgen de cada tipo de memoria. Las presentamos:

En cuanto al tipo sensorial, encontramos algunas particularidades que pueden afectar a la memoria, por ejemplo:

  • Asociar un sonido con otro (un petardo nos conecta a un disparo).
  • Un recuerdo táctil.
  • Una caricia u otra forma de contacto.
  • Una amenaza. Estas asociaciones influirán en la forma en la que reaccionemos ante dichos estímulos (el petardo o la caricia).

En lo relativo a la memoria a corto plazo, encontramos dificultades en el manejo de información que se está utilizando en el momento: no retener un número de teléfono que nos dictan para llamar en unos segundos.

Retener

Estas dificultades, en edad escolar, influyen en los resultados académicos: no retener las instrucciones que ha dado el profesor implica no hacer correctamente un ejercicio.

Relativas a la memoria a largo plazo, podemos encontrar, por un lado, la ausencia de episodios autobiográficos, lagunas en la memoria, que pueden deberse, por ejemplo, a una «disociación» en una situación traumática (amnesia disociativa) o un elevado nivel de estrés durante el momento del almacenamiento del recuerdo.

En este último punto, es importante recalcar que hay información que se guarda en la memoria y se recupera con más facilidad por la fuerza o el impacto que tuvo en el momento: no recordaremos la ropa que llevábamos el martes pasado, pero sí un accidente de coche que sufrimos hace cinco años.

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