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NO TODO ES TDAH

La adopción entraña una serie de particularidades. En primer lugar, para que esta tenga lugar, el hijo ha tenido que ser abandonado o separado de su madre biológica por alguna razón. Esa experiencia de abandono, por sí misma, ya supone un trauma para el niño, a lo que suele añadirse la concurrencia de otros factores como la negligencia, el abuso o el maltrato (Muñiz, 2011). El impacto del trauma temprano en el desarrollo del cerebro es enorme. En nuestras formaciones, muchas veces recurrimos a esta imagen para explicar de forma clara y sencilla cómo el cerebro se ve modificado a causa de la negligencia.

 

Una de las charlas que impartimos que más éxito tiene es la denominada “Consecuencias neurológicas del abandono” en la que precisamente abordamos este tema.

La falta de seguridad en el apego ha sido relacionada con diferentes niveles del desarrollo, dificultando la adquisición de estrategias para manejar la excitación y los patrones de comportamiento afectivo (Van der Kolk, 2005; Pitillas et al., 2016; Bleiberg, 2013; Berthelot et al., 2015). Las experiencias de abandono, el trauma de apego y las posibles agresiones (sexuales, físicas y emocionales) vividas, tienen un profundo impacto en la capacidad del niño para regular el afecto, específicamente para regular emociones límbicas primarias: el miedo, la vergüenza y la agresividad. Van der Kolk y otros investigadores, a partir de 2005 introdujeron un nuevo término diagnóstico: el Trastorno Traumático del Desarrollo (TTD) o trauma del desarrollo, siendo este último, el más conocido comúnmente. Este diagnóstico intenta reflejar los efectos profundos y permanentes de la ruptura del apego, de los acontecimientos traumáticos y de la negligencia en relación con el cerebro y el cuerpo en el desarrollo de un niño y en su capacidad para autorregularse, aprender y relacionarse con los demás. El trauma del desarrollo nos habla de impacto tanto en el desarrollo físico como en el cognitivo y socioemocional. 

El niño, tanto por su historia de abandono, como por el resto de las situaciones carenciales que haya podido atravesar, va a manifestar dificultades en algunos niveles de su desarrollo. Los síntomas son manifestaciones de la desregulación y, entre otros, podemos encontrar la carencia de habilidades sociales, la hiperactivación, falta de control de impulsos, dificultades de atención, irregularidades en el sueño, problemas de vinculación, conductas sexuales inapropiadas, ansiedad, problemas cognitivos, conductas regresivas, escasa tolerancia a la frustración, dificultades de aprendizaje, problemas de conducta graves, etc. (Lapastora & Velázquez, 2006; Fisher, 2017; Mackes et al., 2020; Muñiz, 2011). 

Un elevado porcentaje de casos que acuden a nuestro Centro presentan un diagnóstico erróneo o una ausencia de éste, debido generalmente a la especificidad poco conocida asociada a la problemática presentada por los niños adoptados. Un claro ejemplo de esto es la tendencia generalizada hacia el diagnóstico de TDA o TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad) para justificar su impulsividad o dificultades para prestar atención o el diagnóstico de TEA (Trastorno del Espectro Autista) para explicar su alexitimia (incapacidad de expresar e identificar las emociones). Estos diagnósticos se centran en la búsqueda de soluciones de sus síntomas olvidando por completo el origen. Esto dificulta la elección de una intervención adecuada puesto que no se tienen en cuenta las causas que hay detrás de la conducta. 

Además, el trauma, no sólo se encuentra dentro de los factores más comunes que suelen pasarse por alto como causa del mal funcionamiento de la atención o el comportamiento. También encontramos problemas médicos, depresión y ansiedad, factores hormonales, conflictividad familiar, e incluso, a veces, lesión cerebral.

Un problema atencional o de hiperactividad puede ser resultado o no del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA o TDAH).

Se pone de manifiesto, por tanto, la necesidad de una evaluación específica, siendo clave el diagnóstico precoz que permita concretar los síntomas del cuadro clínico, diagnóstico que incide no sólo en los efectos del problema sino en las causas, permitiendo así un tratamiento adecuado y específico. 

 

Cada día es más frecuente el diagnóstico de TDAH, pero ¿realmente es TDAH?

 

“Fuera de la predisposición genética, la mala alimentación y la falta de ejercicio, hay una variedad de razones de los síntomas de déficit de atención que pueden presentarse en niños, adultos e incluso en ancianos” (Dr. D. Amen)

 

Bibliografía

  • Berthelot, N., Ensink. K., Bernazzani, O., Normandin, L., Luyten, P. & Fonagy, P. (2015) Intergenerational transmision of attachment in abused and neglected mothers: the role of trauma-specific reflective functioning. Infant Ment Health J. 36(2):200-12 doi:10.1002/imhj.21499
  • Bleiberg, E. (2013) Mentalizing based treatment with adolescents and families. Child Adolesc Psychiatr Clin A AM. 22(2):295-330 doi:10.1016/j.chc.2013.01.001
  • Fisher, S.F. (2017) Neurofeedback en el tratamiento del trauma del desarrollo. Calmar el cerebro impulsado por el miedo. Bilbao: Desclée De Brouwer
  • Lapastora, M & Velázquez, F. (2006) Niños adoptados. Estrategias para afrontar conductas. Pontecaldelas: Síntesis
  • Muñiz, M. (2011) Cuando l@s niñ@s no vienen de París. Tarragona: Grupo Nelson
  • Mackes, N., Golm, D., Sarkar, S., Kumsta, R., Rutter, M., Fairchild,G,… Sonuga-Barke, E.J.S. (2020) Early childhood deprivation is associated with alterations in adult brain structure despite subsequent environmental enrichment. PNAS. 117 (1) 641-649https://doi.org/10.1073/pnas.1911264116
  • Pitillas, C., Halty, A. & Berástegui, A. (2016) De la seguridad al aprendizaje: claves para el trabajo con la familia desde la psicología del apego. RELAdEI, 7(2-3), 41-50 Disponible en http:/www.usc.es/revistas/index.php/reladei/index
  • Van der Kolk, B.A. (2005) Developmental trauma disorder: Towards a rational diagnosis for children with complex trauma histories. Psychiatric Annuals. 35(5), 401-108

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