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Pérdida o muerte

Entendemos por pérdida cualquier modificación importante que tenga el niño en su vida. Todos sabemos que una pérdida es cuando alguien querido se muere, pero hay otras circunstancias que también son pérdidas y no se consideran popularmente como tales. Cuando un niño cambia de casa, de colegio, de barrio, son pérdidas importantes para los pequeños, porque, aunque el cambio sea para bien, ellos tienen que renunciar a sus amigos, a su casa conocida, a los compañeros del cole, etc. Esto hace que muchos niños vivan estas situaciones con mucho estrés y manifiesten síntomas que así lo indican como volver a hacerse pis en la cama, dificultades para dormir, disminución del apetito u otras manifestaciones somáticas como dolores sin justificación física.

Cuando esto ocurre hay que estar atento a esas manifestaciones para poder atajarlos y hablar con el niño de cómo se siente, cómo era lo que esperaba, qué le hace sentirse mal. Si los niños ven que sus padres se dan cuenta de su malestar y se hacen cargo de él, serán situaciones emocionales pasajeras que pronto remitirán.

Cuando hay una muerte cercana es importante trasmitírselo al niño con naturalidad, decirles la verdad, por ejemplo “el abuelo ya no va a estar más con nosotros”, y en función de las creencias de cada uno informarle de lo que se cree. Pero en este punto hay que tener en cuenta que los niños tienen pensamiento concreto y si les decimos que el abuelo está en el cielo, tendremos que explicarles que esto no significa que cuando cojamos un avión le veremos flotando alrededor (como ellos piensan si no se les aclara). Se les explicará una visión del cielo que el niño pueda entender.

Para los niños son muy dramáticas las muertes de las mascotas. En la consulta diaria vemos a adultos que las perdieron en su segunda infancia y este hecho todavía les genera mucho dolor.

La muerte forma parte de la vida y una forma de decirle a un niño que su tío ha muerto es decirle que nunca más le verá, que ya no podrá estar con él.

Ante la muerte de un padre, madre u otra figura importante, si los niños tienen 9 o 10 años se les puede preguntar si quieren ir al tanatorio o incineración. Habrá que explicarles muy bien en qué consiste cada acto. Recuerdo que una niña de 10 años no quiso ir a la incineración de su abuela porque pensaba que la ataban a una silla y la quemaban en una hoguera. Nadie pensó en explicarle en qué consistía la incineración, todos dieron erróneamente por hecho que ella sabía cómo era ese rito.

También es importante dejarles llorar y llorar ante la pérdida de un ser querido, no pasa nada porque vean llorar a su padre, eso es una enseñanza vital importante, ante cosas dolorosas es normal llorar, la tristeza y el llanto forman parte de la vida y hay que normalizar estas actitudes. Si los niños ven llorar a sus padres en situaciones acordes al llanto, ellos también se permitirán hacerlo cuando sean mayores.

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«Lo que haces por ti se desvanece cuando mueres. Lo que haces por el resto conforma tu legado. Kalu Ndukwe kalu.»

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Testimonios

A.C.

Nuestra mascota tuvo un accidente y murió de forma repentina cuando llevaba 5 años con nosotros. Mi hijo de 7 años estaba muy triste y no quería comer. Le llevamos a Psicoveritas, pero nos dijeron que era normal que estuviese así, que había pasado poco tiempo desde que murió su perro y que de momento era mejor no intervenir terapéuticamente, que ellos le acompañaran emocionalmente y si después de unos meses no estaba mejor, entonces verían de trabajar con él. Verdaderamente con el paso del tiempo mejoró y, aunque siempre será su perro del alma, ahora puede hacer una vida sin esa tristeza. Muchas gracias a Psicoveritas por su honestidad.

S.G.

Cuando nos cambiamos de casa todos estábamos muy contentos, mi hija, de 12 años, también porque tenía una habitación para ella sola y teníamos un trocito de jardín donde podía jugar, pero al poco tiempo empezó a no poder dormir, a estar continuamente de mal humor y a querer estar sola en su cuarto. Cuando sus notas bajaron y los profesores nos alertaron de su poca participación y desidia en clase, decidimos llevarla al psicólogo. En Psicoveritas nos dijeron que la niña estaba deprimida porque el cambio de casa y de barrio le había desestabilizado al perder a sus amigas y su entorno conocido. Empezó un tratamiento con EMDR y se recuperó.

B.I.

Hace unos meses perdí a mi hija de 3 meses. Fue lo pero que nos ha pasado en nuestra vida, mi hija mayor de 4 años dejó de dormir y de comer, decía que si se dormía ella también podría morirse. Este miedo a morirse se la metió en la cabeza y ya no sabíamos qué hacer, la verdad es que no estábamos bien por todo el dolor que teníamos encima, pero ella nos preocupaba muchísimo. La llevamos a Psicoveritas y allí nos enseñaron a tratarla y a hablarla de forma diferente a como lo hacíamos nosotros, también estuvimos unas sesiones nosotros solos y nosotros con ella y poco a poco ella se fue tranquilizando.

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