Traumas
Entendemos por trauma psicológico el resultado del impacto emocional que recibe una persona ante cualquier evento que amenaza profundamente su bienestar o su seguridad vital (o el de alguno de sus seres queridos). Ejemplos de este tipo de traumas pueden ser los accidentes de coche, pasar hambre, ver cómo pegan a tu madre, que un perro muerda a tu mascota, etc.
Cuando esto ocurre, puede ser que el cerebro no esté preparado para asimilar ese hecho, y entonces los diferentes recuerdos que lo forman no dejan de venir a nuestra mente, con imágenes intrusivas de lo que pasó, con pesadillas sobre ese hecho, con falta de sueño, etc.
También hay situaciones que aparentemente no tienen importancia pero que quedan registradas en nuestro cerebro haciendo que modifiquemos nuestra conducta. Por ejemplo, un padre que, para animar a su hijo, siempre que este hace algo, le dice “podrías haberlo hecho mejor” con la intención de que su hijo se siga superando. El niño es posible que crezca sintiendo que nada es suficiente, que da igual lo que haga porque nunca estará bien. Esto le acaba generando un trauma en lo que se refiere a su autoestima, lo que le llevará a mostrarse ante los demás sin valor.
Por eso podemos hablar de Traumas únicos (pérdida de una pierna, sobrevivir a un incendio, un atragantamiento con pérdida de conciencia, etc.) y otros que, aunque no menos graves, se forman por la repetición de hechos que agreden nuestra identidad como insultos repetidos por parte de una figura de apego, rechazo de los amigos, etc.